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lunes, 12 de julio de 2010

Oaxaca: cómo derrotar a un cacique

Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, mostró su voto en favor del PRI al acudir a la casilla. Al día siguiente admitió la derrota de su partido.

El hartazgo de la sociedad oaxaqueña dio pie al primer gobierno no priista en el estado

Ernesto Núñez

Ciudad de México (11 julio 2010).- Tres campañas en seis años con el mismo candidato, una alianza entre partidos antagónicos; las estructuras partidistas del PAN, PRD, PT y Convergencia; la adhesión de último momento del Panal; 62 millones de pesos, cientos de operadores electorales y observadores nacionales, y seis años de desgobierno. Ésas son las claves de la caída del PRI en Oaxaca, de acuerdo con el principal protagonista de las pasadas elecciones: Gabino Cué, quien ahora tendrá el reto de demostrar que la unión entre el PAN y el PRD no sólo es viable electoralmente, sino capaz de gobernar y reconstruir un estado de la República.

Hace seis años, en la elección de gobernador contra Ulises Ruiz, Gabino Cué perdió por estrecho margen, al obtener 448 mil 264 votos postulado por la alianza PAN-PRD-Convergencia. En la elección de senador en el 2006 ganó con 601 mil 382 votos, postulado por el PRD, el PT y Convergencia. El pasado domingo 4 de julio subió su votación a 630 mil 361 votos, apoyado por el PAN, PRD, PT y Convergencia. Esas cifras son el primer factor de triunfo.

"El antecedente del 2004 fue importante, la alianza en ese momento ya había sido exitosa", explica Cué, "la percepción de que hubo un fraude quedó muy gravada en la mente de la gente y haber defendido el voto de la gente con una movilización pacífica y en el marco de las instituciones a la hora de aceptar la resolución del Tribunal fue muy relevante".

El segundo factor de triunfo es la atención nacional que generó Oaxaca tras los cuestionados comicios del 2004, las administraciones polémicas de José Murat y Ulises Ruiz, el conflicto social del 2006, las violaciones a los derechos humanos, los escándalos de corrupción y la interferencia del gobernador para imponerle candidato al PRI y tratar de llevarlo a la gubernatura.

En un escenario como ése, Oaxaca se convirtió en el primer estado que pusieron sobre la mesa César Nava y Jesús Ortega cuando en enero de este año comenzaron a discutir la posibilidad de aliarse para detener la marcha electoral del PRI.

PAN y PRD volcaron desde el arranque del año recursos humanos y materiales a ese estado. El panista Javier Corral fue comisionado por el CEN de su partido, Graco Ramírez fue designado por el PRD. Con ellos, decenas de senadores y diputados federales viajaron a Oaxaca en la campaña y el día de los comicios para vigilar las secciones "de riesgo", aquellas donde el PRI solía ganar de forma holgada.

El futuro gobernador de Oaxaca no lo menciona en su recuento, pero a favor suyo también jugó la filtración de una serie de llamadas telefónicas (difundidas el 21 de junio por la periodista Carmen Aristegui) que pusieron en evidencia la actuación abierta de Ulises Ruiz como coordinador de la campaña del priista Eviel Pérez Magaña y su relación estrecha con el presidente del Instituto Estatal Electoral, José Luis Echeverría.

Cué niega que haya recurrido a la guerra sucia y, al contrario, afirma que tuvo que vencer a todo el aparato estatal que se volcó en favor del PRI.

"Fuimos a una elección de Estado que se fue construyendo a través del tiempo con programas enfocados a manipular el voto, a través de las unidades móviles que en su momento Reforma evidenció, a través de una serie de estrategias de obras con finalidades electorales. A la gente no le gustaron esos ejercicios de dádivas que lastiman a la ciudadanía. Eso habla de que se quería comprar la voluntad y la gente se cansó de eso. El que los medios hayan estado muy atentos, los observadores electorales y tener una estructura muy sólida de promoción y defensa del voto permitió inhibir esas prácticas", explica.

Con una campaña de 79 días, una precampaña de casi un mes, y un tope de gastos de 62 millones de pesos, Cué tuvo tiempo para sobreponerse a un candidato surgido de un proceso que fracturó al PRI y que apenas el 3 de marzo dejó su curul en la Cámara de Diputados.

Retos y contradicciones

En el 2004, Cué hizo campaña diagnosticando un desastre en su estado, producto del gobierno de Murat. Seis años después el deterioro es mucho más grave, lo que eleva las expectativas sobre su gobierno.

"Se agravó escandalosamente el proceso de degradación, la corrupción galopante, la impunidad, la falta de una estrategia para gobernar. Nos dejan un estado en condiciones deplorables, con una deuda de 6 mil millones de pesos", comenta.

Cué no descarta que el PRI intente boicotear su administración con la fuerza que mantiene en el Congreso local, en los ayuntamientos y su presencia en zonas conflictivas de la entidad.

"Pero son más las fuerzas que quieren un cambio, paz, progreso. Tendremos que estar atentos con mucha prudencia e inteligencia, generando las condiciones para que esto no se dé", confía.

Al día siguiente de su victoria, el ex senador habló con el presidente Felipe Calderón, a quien anunció que lo respetará institucionalmente para colaborar en favor del estado.

En cambio, hasta el pasado jueves no había hablado con Andrés Manuel López Obrador, con quien recorrió Oaxaca en el 2009 y a quien apoyó en los primeros años del "Gobierno Legítimo".

Según Cué, el antagonismo entre las fuerzas que lo impulsaron no le generarán conflicto, pues al pactar la coalición no se comprometió a seguir la ideología del PAN o del PRD.

El candidato planea generar un programa de gobierno en los próximos cinco meses con la participación de los partidos, gremios y organizaciones sociales de Oaxaca.

Anuncia, además, que los temas polémicos en los que PAN y PRD tienen posturas opuestas –como el aborto– se irán a consulta pública durante su administración.

La frase

"Ante una distancia de casi 9 puntos, el PRI nacional, más que dejar solo al PRI local, tuvo un acto de congruencia y de dignidad al no regatear el triunfo".